La vida espiritual comienza con una buena y sincera
reconciliación. ¿Por qué acudir al sacramento de la reconciliación? Porque
necesitamos ser libres. Si nos escondemos detrás del pecado o somos dominados
por él, no podemos ser libres. El pecado es como una cadena: poco a poco nos
ata y, así destruye nuestra vida. Participar del sacramento de la reconciliación es tan importante para
Jesús como para nosotros. Es una acción en común: Jesús y nosotros.
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