Nuestro carisma es el de saciar la sed de Jesús
trabajando con amor por los más pobres entre los pobres. Nada más que esto.
Sólo escuchando, sintiendo, respondiendo a esa sed
con todo nuestro corazón, nuestra comunidad perdurará en el tiempo.
Si vivimos esto, todo irá bien, porque la sed de
Jesús nunca nos abandonará; sediento en el pobre, estará siempre en medio de
nosotros.
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