Los apóstoles se dedicaron tanto a la oración como
a predicar el Evangelio en todo el mundo. Su ejemplo nos enseña que cuanto más gracias
recibimos a través de la oración, más debemos compartirlas en nuestro
apostolado.
Por lo tanto, en las calles, en la villa, en el trabajo, en casa,
rezaremos con todo nuestro corazón.
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