En
nuestra vida, Jesús se nos ofrece como el Pan de Vida para ser comido, consumido
por nosotros. Este es el modo en que nos ama. Luego, Jesús se hace ver en el
hambriento, en el prójimo, con la esperanza de ser alimentado por el amor de
nuestro corazón, por el servicio de nuestras manos.
Haciendo
esto, demostramos que fuimos creados a imagen y semejanza de Dios. Dios es amor
y, cuando amamos, somos como Dios. Esto es lo que quiso decir Jesús cuando nos
invitó a «ser perfectos como el Padre del Cielo. »
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