(Del
diario de la Madre Teresa, 1949).
Hoy,
mi Dios, ¡cuánto me tortura la soledad! Me pregunto por cuánto tiempo mi
corazón tendrá que sufrir por esto. El P. Bauwins sj, sacerdote de la parroquia
de Santa Teresa, vino a bendecir la casa. Durante la bendición no podía parar
de llorar. Todos los presentes veían mi debilidad. Mi Dios, dame coraje y la
templanza que necesito para luchar sola. No permitas que retroceda después del
sacrificio que he hecho con mi opción libre y convencida. Inmaculado Corazón de
mi madre, ten piedad de tu hija. Por amor a ti, quiero vivir y morir como una
Misionera de la Caridad.
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