Mensaje de la Madre Teresa a la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer.
Pekín, 4 de septiembre de 1995
Queridos amigos:
Estoy pidiendo la bendición de Dios para todos aquellos que están tomando parte de la IV Conferencia de la mujer en Beijing. Espero que esta Conferencia ayudará a todo el mundo a conocer, amar y respetar el lugar especial de las mujeres en el Plan Divino, de manera que puedan cumplir este plan en sus vidas.
El hombre y la mujer
¿Por qué nos hizo Dios a unos hombres y a otras
mujeres?
La maternidad
Ese poder especial
de amar que pertenece a la mujer, es visto más claramente cuando ella se
convierte en madre. La maternidad es el don de Dios para las mujeres. ¡Qué
agradecidos tenemos que ser con Dios por este magnífico regalo que trae tanta
alegría a todo el mundo, tanto a mujeres como a hombres! Sin embargo, podemos
destruir este regalo de la maternidad, especialmente con el mal del aborto,
pero también cuando pensamos que otras cosas, como empleos o posiciones, son
más importantes que el amar, que darse uno mismo a los demás. Ningún trabajo,
ningún plan, ninguna posesión, ninguna idea de libertad puede tomar el lugar
del amor. Por tanto, cualquier cosa que destruya el don de Dios de la
maternidad destruye su más precioso don a las mujeres la habilidad de amar como
mujer.
Aceptarme como fui creado
El padre y la madre son reflejos del amor de Dios
En lugar de muerte
y tristeza, traigamos paz y alegría al mundo. Para hacer esto debemos rogar a
Dios por su don de la paz y aprender a amar y aceptar a los demás como hermanos
y hermanas, hijos de Dios. Sabemos que el mejor sitio para que los niños
aprendan a amar y a rezar es en la familia, viendo el amor y la oración de su
madre y su padre.
Cuando las familias están rotas, o desunidas, muchos niños crecen sin saber como amar ni rezar. Un país donde muchas familias han sido destruidas así, tendrá muchos problemas. Yo he visto mucho, especialmente en los países ricos, cómo los niños se entregan a las drogas o a otras cosas para escapar del rechazo y del sentimiento de no ser amados.
Pero cuando las
familias son fuertes y unidas, los niños pueden ver el amor especial de Dios en
el amor de su madre y su padre y pueden crecer para convertir su país en un
lugar amoroso y de oración. El niño es el mejor regalo de Dios a la familia y
necesita tanto a la madre como al padre, porque cada uno muestra el amor de
Dios de una manera especial. La familia que reza unida, permanece unida, y si
permanece unida se amarán entre sí como Dios ha amado a cada uno de ellos. Los
trabajos del amor son siempre trabajos de paz.
Recemos.... Todo por
la gloria de Dios y el bien de las almas.
Fuente: Catholic.net
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