viernes, 26 de julio de 2013

Los cinco minutos de la Madre Teresa Junio 20


           Una vez, cuando estaba de viaje, cada día visitaba una comunidad distinta; así durante diez días. Por la mañana me despertaba y me preguntaba: ¿Dónde estoy? Fue un gran sacrificio pero recuperé la alegría cuando me puse en las manos de Dios. Nuestro total abandono consiste en estar disponibles para Dios y para la Iglesia. Un superior puede cambiarnos de tarea o de comunidad, no según nuestros gustos sino para la gloria de Dios. Tal vez nos toque limpiar el baño y eso no nos agrade. No reprimamos nuestros sentimientos cuando nos pasa algo así, pero sí ofrezcámoslo como un sacrificio. Esta es nuestra cruz.

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