Guardaremos
una estricta custodia de nuestros ojos. Tendremos pensamientos limpios en
nuestras mentes. Observaremos un gran silencio en nuestros corazones. En ese
silencio escucharemos sus palabras de consuelo y , al mismo tiempo, nos
sentiremos capaces de consolar a Jesús escondido en los pobres.
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