Debemos cultivar ese sagrado silencio sobre los defectos de los demás, de tal manera que las personas, al encontrarnos, recuerden las palabras de Jesús: Miren cómo se aman. Con qué frecuencia hablamos de los defectos de los demás. Cuántas veces conversamos sobre alguien que está ausente. Miren la compasión de Cristo hacia Judas, quien habiendo recibido tanto amor fue capaz de traicionar a su propio maestro.
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