Estemos
siempre disponibles para Dios. Si nos quiere enfermos, en cama, si nos quiere
proclamando su Palabra por las calles o si nos quiere limpiando los baños todo
el día, no hay problema; cualquier cosa está bien. Por eso debemos decirle: Te pertenezco. Puedes hacer de mí lo que quieras. Ésta es nuestra
fuerza y ésta es la alegría del Señor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario