Confiamos en el poder del nombre de Jesús y también en el poder intercesor de San José. En los comienzos de nuestra Congregación, había momentos en los que no teníamos nada. Un día, en uno de esos momentos de gran necesidad, tomamos un cuadro de San José y lo pusimos boca abajo,. En esto nos recordaba que debíamos pedir su intercesión. Cuando recibíamos alguna ayuda, lo volvíamos a poner en posición correcta.
Un día, un sacerdote quería imprimir unas imágenes para estimular y acrecentar la devoción a San José. Vino a pedirme dinero, pero yo tenía solamente una rupia en toda la casa. Dudé un momento en dársela o no, pero, finalmente, se la di. Esa misma noche volvió y me entregó un sobre lleno de dinero: cien rupias. Alguien lo había parado en la calle y le había dado ese dinero para la Madre Teresa.
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