¡Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo! Cuando María escuchó este saludo de parte del ángel, quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar. Aun María, sin pecados y perfecta, se sintió desconcertada e incierta. No fue una estatua sin sentimientos humanos; en muchas cosas fue como ustedes y yo.
Y entonces el ángel le dijo: No temas, María, porque no hay nada imposible para Dios. Concebirás un hijo y le pondrás por nombre «Jesús». Y María respondió: Yo soy la servidora del Señor; que se cumpla en mí lo que has dicho.