La Madre Teresa
fue invitada a fundar una comunidad en Cuba. Entonces pidió a un hermano de
congregación que la ayudara a encontrar una imagen de la Virgen María para regalarle
a Fidel Castro. Al llegar, fue muy bien
recibida por él. Si bien le dio el permiso para atender a los enfermos
terminales de la isla, le explicó que en Cuba la revolución había acabado con
la pobreza y que, por lo tanto, ya no se encontraban pobres en ella.
Llegado el
momento de partir, la Madre Teresa le regaló la imagen de María y le pidió que
rezara por ella. Castro le respondió: Madre, mi oración por
usted es mi servicio hacia usted.
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