El comienzo de la santidad se encuentra en la
fidelidad a la oración. Crezcamos en santidad a través de la oración.
Si rezamos, creeremos.
Si creemos, amaremos.
Si amamos, serviremos.
Sólo entonces traduciremos en obras
nuestro amor a Dios, a través del servicio a Cristo que se esconde en los
pobres.
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