Una
vez, mientras viajaba en coche en Delhi, vi a un hombre tirado al costado del
camino, la mitad de su cuerpo sobre la vereda, la otra mitad sobre la calle.
Era una ruta muy transitada y pasaban muchos autos, pero nadie se detenía a ver
si necesitaba algo. Detuvimos el coche y con las hermanas lo subimos en él. Las
hermanas se sorprendieron de que yo lo hubiera visto porque ellas no se habían
dado cuenta.
Si nuestro corazón es puro y libre de pecados, entonces veremos a Dios.
Sólo si servimos libre y generosamente a aquellos con los que vivimos, entonces
seremos capaces de hacerlo por los más pobres.
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