Pidamos al Señor que nos conceda una gracia muy
especial: amar a nuestra Madre, particularmente a través del trabajo que
hacemos por Jesús, con Jesús y a Jesús. Debemos pedirle a Él que nos ayude a
profundizar nuestro amor a María, haciéndolo más personal e íntimo. Nosotros
queremos:
Amarla como Él la amó.
Ser para ella una causa de alegría como lo fue Él.
Permanecer cerca de ella como lo hizo Él.
Compartirlo todo con ella, aun la cruz, como lo compartió Él cuando ella
estuvo a los pies de la cruz en el Calvario.
Debemos amarla incondicionalmente,
confiar en ella totalmente, abandonarnos a ella completamente, sin reservas.
Nada es imposible para aquellos que la invocan como Madre. Durante la jornada,
elevemos nuestros corazones hacia ella y preguntémosle qué tenemos que hacer
para amar a Dios como ella lo amó.
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