Pidamos a Nuestra Señora que nos ayude para que
nuestros corazones sean mansos y humildes como lo fue el de su Hijo. Fue en
ella y por ella que se formó el corazón de Jesús.
¡Cuánto
podemos aprender de María! Fue humilde porque fue toda para Dios. Fue «la llena
de gracia» y, por eso, el Todopoderoso pudo contar con ella. Necesitamos
decirle a María: Dile a Jesús que
no tenemos vino. El vino de la mansedumbre,
de la humildad, de la generosidad y de la dulzura. Seguramente ella nos dirá: Hagan lo que Él les diga.
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